Un piolet puede salvar una vida... y 6 también
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Junio de 1953, expedición americana al K2. Charles Houston y otros 7 montañeros más pugnan con los italianos por ser los primeros en ascender al K2 .
Cuando ya habían alcanzado los 7.700m se ven frenados por una fuerte tormenta que dura casi una semana. Uno de los alpinistas del grupo, Art Gilkey, sufre una tromboflebitis en una pierna y su estado se deteriora rápidamente complicandose con un edema pulmonar de altura. Deben abandonar.
El K2 desde Concordia en lo alto del glaciar del Baltoro
El dr. Houston y la cordada de americanos
Durante el descenso, Pete Schoening, al que desde entonces llaman "the Belay", se había autoasegurado a su piolet anclándolo en el hielo tras una roca, y estaba dejando resbalar el cuerpo de Gilkey por un tramo casi vertical. Controlaba su descenso frenando la cuerda con sus manos tras habérsela pasado por la espalda.
En esos momentos, Bell, otro de los alpinistas que iba un poco por delante, resbala y se precipita por la fuerte pendiente, arrastrando a sus otros 5 compañeros de cordada en una maraña de hombres y cuerdas que van cogiendo velocidad hacia el abismo. Por suerte uno de los que caían estaba unido también al herido y a éste le aseguraba Schoening y su piolet, y eso les salvó.
La forma de asegurar a un compañero mediante el anclaje de un piolet
El tirón de la cuerda que soportó Schoening fue brutal, terminó con las manos completamente desolladas, pero `pudo permanecer en su sitio y no fue arrastrado gracias a su piolet que aguantó firmemente anclado, asegurando toda la maniobra.
Por desgracia Gilkey no sobrevivió. Se erigió un túmulo junto al campo base del K2 para horrar su recuerdo, y el todos los que posteriormente han ido falleciendo en esa montaña.
El famoso piolet de Schoening se exibe en el Bradford Wasburn American Mountaineering Musseum de Colorado
Unas semanas después, ese mismo julio, la expedición italiana de Ardito Desio consiguió alcanzar por primera vez la cima del K2. No sin polémica, ya que los dos montañeros que consiguieron cumbre: Compagnoni y Lacedelli, abandonaron a su suerte a Walter Bonati y al sherpa que les habían porteado hasta allí las botellas de oxígeno, obligándolos a realizar un vivac forzoso a más de 8.000.
Pero eso es otra historia...
La bandera italiana ondeando en la cima del K2
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